martes, 15 de abril de 2008
PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER, EN EL ACTO DE INAUGURACIÓN DE UN HOSPITAL EN LA LOCALIDAD DE AGUILARES, PROVINCIA DE TUCUMÁN
Muchas gracias, tucumanos y tucumanas. Cuando recién escuchaba al Gobernador anunciar que este hospital, este moderno hospital en Aguilares, es el primer hospital que en cincuenta años se inaugura en el interior de Tucumán, me preguntaba qué nos pasó a los argentinos, qué nos pasó que durante tanto tiempo, enfrascados tal vez en enfrentamientos artificiales, en discusiones sin sentido, perdíamos el tiempo mientras miles de argentinos, dejados de la mano de Dios, reclamaban salud y trabajo.
Cuando escuchaba las cifras que con orgullo el Gobernador les contaba a todos los tucumanos y tucumanas, en definitiva a los argentinos, cómo ha dado la batalla por la salud y la dignidad, logrando hoy hacer descender la tasa de mortalidad infantil, logrando que nuestras mujeres, nuestras embarazadas controlen su embarazo, logrando evitar la muerte de miles de chiquitos que tal vez prematuramente nacían y no podían ser atendidos.
Cuando escucho esos números, que no son los números de la economía sino los números de la dignidad y de la vida, siento que estamos cambiando la Argentina como nunca lo habíamos hecho antes. (APLAUSOS)
El cambio, argentinos, en que nos hemos comprometido en toda nuestra vida militante, tiene que ver con esto, tiene que ver con lo que contaba el Gobernador y que también es necesario para la salud. No sólo este hospital nuevo, el primero en cincuenta años en el interior de la provincia, tiene que ver con las soluciones habitacionales. Recién, cuando bajaba en el helicóptero, veía las casitas del Plan Federal de Viviendas, las calles, las cloacas, todo lo que contribuye a mejorar la dignidad de vida de los ciudadanos. (APLAUSOS)
Es el cambio al que todos, desde los lugares en que nos ha colocado la gente con el voto popular, estamos obligados a cumplir.
José recién recordaba otra visita mía. Fue allá en 2005 cuando se inauguraba un hospital en San Miguel de Tucumán. Ese día había llegado una senadora, estaban esperando a un presidente, pero ni recuero por qué, tal vez algún problema grande en Buenos Aires le había impedido al entonces presidente venir y yo vine en su representación. Les juro, tucumanos y tucumanas, que en aquel momento ni siquiera había pasado por mi cabeza un solo instante que alguna vez podía ser presidenta de los argentinos. (APLAUSOS)
Me acuerdo ese día del orgullo de José como gobernador de Tucumán de inaugurar ese hospital que iba a traer dignidad a los chicos, a esos chicos que tantas veces habían sido mostrados casi obscenamente por las cámaras de televisión colocando a Tucumán casi como la capital de la vergüenza y la indignidad de la Nación.
Por eso hoy este hospital tiene otro valor, tiene otra significación, tiene el símbolo del compromiso que todos debemos poner para mejorar la calidad de vida de los nuestros. Y sabemos que en esta batalla, que en este combate por la dignidad de más salud, más trabajo, más vivienda, nos van a poner obstáculos. Porque los hospitales, porque las viviendas, porque las calles, las cloacas no se hacen con discursos, se hacen con recursos, se hacen con dinero, y es entonces, argentinos, cuando la redistribución del ingreso se convierte en algo más que un eslogan de una campaña electoral.
Cuando uno está al frente de los destinos de la República la redistribución del ingreso es la lucha para que los que más tienen entiendan de una buena vez por todas que es necesario, (APLAUSOS), que quienes más han sido favorecidos, que quienes más ganan, que quienes más tienen, tiendan la mano solidaria hacia el pueblo, que reclama trabajo, salud, vivienda y educación.
Algunos creen que la redistribución del ingreso es solamente una batalla económica de intereses, yo digo que además de ser una batalla económica y de intereses es una profunda batalla cultural que tenemos que dar los argentinos. Porque no nos engañemos, en las grandes sociedades desarrolladas, esas que muchas veces vemos por televisión en los grandes centros del mundo, no hay solamente una cuestión económica, hay una comprensión cultural de sus elites, de sus clases dirigentes, de cómo deben mejorar la calidad de vida del pueblo, porque de esta manera mejora la calidad de la riqueza de la nación, que es la riqueza de todos también. (APLAUSOS)
Es necesario que demos esa gran batalla cultural, argentinos, de hacerles comprender a los que más tienen que no deben ver a los gobiernos que luchan por la distribución del ingreso, por la justicia y la dignidad como enemigos. Al contrario, son los mejores aliados, porque dan sustentabilidad social, cultural, a un país, a una nación, a una República. Y si no que miren hacia fuera, que miren a esos grandes países que muchas veces admiran y quieren imitar pero que se decidan entonces a imitarlos en todo. Que han entendido que la grandeza de una nación es también la grandeza del pueblo, que la riqueza también tiene que llegar a todos los rincones de la patria, para ser un territorio más equitativo, más justo, donde un argentino que vive en La Quiaca, uno que vive aquí en Tucumán o allá en la Patagonia, fría y despoblada, sienta del mismo grado de compromiso de sus gobernantes con todos ellos.
Este en el país que sueño argentinos, un país en el que todos podamos sentirnos parte de la patria. Los que han logrado cosas con su trabajo y con su esfuerzo, para disfrutarlas, y los que todavía faltan para ayudarlos a conseguir ese trabajo y esa dignidad que les falta. Ese y no otro es el compromiso que he tenido toda mi vida y este y no otro es el compromiso que formulé ante ustedes, el pueblo de la patria, y que ustedes sellaron el 28 de octubre con el voto masivo en las urnas. (APLAUSOS)
Quiero decirles que mi compromiso, mi fe en el pueblo, es indestructible. Quiero decirles que voy a honrar el voto y la confianza de los argentinos, de todos, de los que me votaron y también de los que no lo hicieron, porque siento que estoy en un punto de inflexión de la historia argentina; a dos años apenas del Bicentenario siento argentinos que estamos ante la más inmensa oportunidad de nuestra historia en los últimos 200 años. A eso los convoco, a todos, tucumanos, tucumanas, argentinos y argentinas, a esta hora histórica, que cada uno asuma su rol, todos tienen un papel que cumplir en la construcción de la patria. Yo quiero convocarlos desde el corazón a todos, no perdamos esta oportunidad, porque es la oportunidad de volver a ser lo que alguna vez fuimos, una nación digna y un pueblo feliz.
Muchas gracias Tucumán, muchas gracias a todos los hombres y a todas las mujeres de Tucumán, con el cariño, con el afecto, con el amor de siempre. Gracias, muchas gracias. (APLAUSOS)
Muchas gracias, tucumanos y tucumanas. Cuando recién escuchaba al Gobernador anunciar que este hospital, este moderno hospital en Aguilares, es el primer hospital que en cincuenta años se inaugura en el interior de Tucumán, me preguntaba qué nos pasó a los argentinos, qué nos pasó que durante tanto tiempo, enfrascados tal vez en enfrentamientos artificiales, en discusiones sin sentido, perdíamos el tiempo mientras miles de argentinos, dejados de la mano de Dios, reclamaban salud y trabajo.
Cuando escuchaba las cifras que con orgullo el Gobernador les contaba a todos los tucumanos y tucumanas, en definitiva a los argentinos, cómo ha dado la batalla por la salud y la dignidad, logrando hoy hacer descender la tasa de mortalidad infantil, logrando que nuestras mujeres, nuestras embarazadas controlen su embarazo, logrando evitar la muerte de miles de chiquitos que tal vez prematuramente nacían y no podían ser atendidos.
Cuando escucho esos números, que no son los números de la economía sino los números de la dignidad y de la vida, siento que estamos cambiando la Argentina como nunca lo habíamos hecho antes. (APLAUSOS)
El cambio, argentinos, en que nos hemos comprometido en toda nuestra vida militante, tiene que ver con esto, tiene que ver con lo que contaba el Gobernador y que también es necesario para la salud. No sólo este hospital nuevo, el primero en cincuenta años en el interior de la provincia, tiene que ver con las soluciones habitacionales. Recién, cuando bajaba en el helicóptero, veía las casitas del Plan Federal de Viviendas, las calles, las cloacas, todo lo que contribuye a mejorar la dignidad de vida de los ciudadanos. (APLAUSOS)
Es el cambio al que todos, desde los lugares en que nos ha colocado la gente con el voto popular, estamos obligados a cumplir.
José recién recordaba otra visita mía. Fue allá en 2005 cuando se inauguraba un hospital en San Miguel de Tucumán. Ese día había llegado una senadora, estaban esperando a un presidente, pero ni recuero por qué, tal vez algún problema grande en Buenos Aires le había impedido al entonces presidente venir y yo vine en su representación. Les juro, tucumanos y tucumanas, que en aquel momento ni siquiera había pasado por mi cabeza un solo instante que alguna vez podía ser presidenta de los argentinos. (APLAUSOS)
Me acuerdo ese día del orgullo de José como gobernador de Tucumán de inaugurar ese hospital que iba a traer dignidad a los chicos, a esos chicos que tantas veces habían sido mostrados casi obscenamente por las cámaras de televisión colocando a Tucumán casi como la capital de la vergüenza y la indignidad de la Nación.
Por eso hoy este hospital tiene otro valor, tiene otra significación, tiene el símbolo del compromiso que todos debemos poner para mejorar la calidad de vida de los nuestros. Y sabemos que en esta batalla, que en este combate por la dignidad de más salud, más trabajo, más vivienda, nos van a poner obstáculos. Porque los hospitales, porque las viviendas, porque las calles, las cloacas no se hacen con discursos, se hacen con recursos, se hacen con dinero, y es entonces, argentinos, cuando la redistribución del ingreso se convierte en algo más que un eslogan de una campaña electoral.
Cuando uno está al frente de los destinos de la República la redistribución del ingreso es la lucha para que los que más tienen entiendan de una buena vez por todas que es necesario, (APLAUSOS), que quienes más han sido favorecidos, que quienes más ganan, que quienes más tienen, tiendan la mano solidaria hacia el pueblo, que reclama trabajo, salud, vivienda y educación.
Algunos creen que la redistribución del ingreso es solamente una batalla económica de intereses, yo digo que además de ser una batalla económica y de intereses es una profunda batalla cultural que tenemos que dar los argentinos. Porque no nos engañemos, en las grandes sociedades desarrolladas, esas que muchas veces vemos por televisión en los grandes centros del mundo, no hay solamente una cuestión económica, hay una comprensión cultural de sus elites, de sus clases dirigentes, de cómo deben mejorar la calidad de vida del pueblo, porque de esta manera mejora la calidad de la riqueza de la nación, que es la riqueza de todos también. (APLAUSOS)
Es necesario que demos esa gran batalla cultural, argentinos, de hacerles comprender a los que más tienen que no deben ver a los gobiernos que luchan por la distribución del ingreso, por la justicia y la dignidad como enemigos. Al contrario, son los mejores aliados, porque dan sustentabilidad social, cultural, a un país, a una nación, a una República. Y si no que miren hacia fuera, que miren a esos grandes países que muchas veces admiran y quieren imitar pero que se decidan entonces a imitarlos en todo. Que han entendido que la grandeza de una nación es también la grandeza del pueblo, que la riqueza también tiene que llegar a todos los rincones de la patria, para ser un territorio más equitativo, más justo, donde un argentino que vive en La Quiaca, uno que vive aquí en Tucumán o allá en la Patagonia, fría y despoblada, sienta del mismo grado de compromiso de sus gobernantes con todos ellos.
Este en el país que sueño argentinos, un país en el que todos podamos sentirnos parte de la patria. Los que han logrado cosas con su trabajo y con su esfuerzo, para disfrutarlas, y los que todavía faltan para ayudarlos a conseguir ese trabajo y esa dignidad que les falta. Ese y no otro es el compromiso que he tenido toda mi vida y este y no otro es el compromiso que formulé ante ustedes, el pueblo de la patria, y que ustedes sellaron el 28 de octubre con el voto masivo en las urnas. (APLAUSOS)
Quiero decirles que mi compromiso, mi fe en el pueblo, es indestructible. Quiero decirles que voy a honrar el voto y la confianza de los argentinos, de todos, de los que me votaron y también de los que no lo hicieron, porque siento que estoy en un punto de inflexión de la historia argentina; a dos años apenas del Bicentenario siento argentinos que estamos ante la más inmensa oportunidad de nuestra historia en los últimos 200 años. A eso los convoco, a todos, tucumanos, tucumanas, argentinos y argentinas, a esta hora histórica, que cada uno asuma su rol, todos tienen un papel que cumplir en la construcción de la patria. Yo quiero convocarlos desde el corazón a todos, no perdamos esta oportunidad, porque es la oportunidad de volver a ser lo que alguna vez fuimos, una nación digna y un pueblo feliz.
Muchas gracias Tucumán, muchas gracias a todos los hombres y a todas las mujeres de Tucumán, con el cariño, con el afecto, con el amor de siempre. Gracias, muchas gracias. (APLAUSOS)
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