Cristina Fernández de Kirchner 23 de Enero del 2008
Muy buenos días a todos y a todas: recién bromeaba con Lino Barañao acerca de esta observación que tuvo al finalizar su intervención, en cuanto a que el último edificio de estas características había sido ATC que era un medio destinado al entretenimiento, por así decirlo, a la información, y que emblemáticamente este edificio era precisamente destinado a ciencia y tecnología. La otra gran diferencia es además quiénes hicieron aquel edificio y fundamentalmente quiénes vamos a hacer este otro edificio, un gobierno democrático surgido como tal de la voluntad popular.
Ciencia y Tecnología, creo que es gran desafío que tiene la Argentina y tenemos los argentinos para este Bicentenario. Precisamente uno de los ejes sobre los cuales vamos a construir la conmemoración del Bicentenario va a ser la ciencia y la tecnología.
Ustedes saben que el primer Bicentenario estuvo caracterizado por casi un festejo reducido a los entonces grupos dominantes en la República Argentina y que geográficamente se limitó a una conmemoración aquí, en la Capital Federal, donde, además, la gran transformación que se proponía era hacer desaparecer todos los vestigios de lo que éramos, de la Argentina que había venido con su red hispánica y de la colonia, para hacer una Buenos Aires europea casi francesa; esta fue la gran conmemoración del Centenario.
Aspiramos a que este Bicentenario encuentre una conmemoración que tenga que ver, precisamente, con la ciencia y la tecnología, como eje central de la incorporación de la Argentina al siglo XXI y también con su pertenencia, su construcción federal y su pertenencia latinoamericana.
Pero creo que el gran desafío que nos plantea siempre la ciencia, las ciencias duras, las ciencias exactas, algo que admiro profundamente de ese sector, es el rigor. Creo que esta es la característica que por lo menos, más nos deslumbra a todos aquellos que desde las ciencias sociales o de otros sectores accedemos al mundo de las ciencias duras, de las ciencias exactas, ese rigor y esa precisión que se imponen los científicos, que se autoimponen los científicos antes de elaborar una sentencia, de llegar a una conclusión.
Creo que ciencia y tecnología y rigor deben ser también dos datos distintivos que debemos tener los argentinos como sociedad en todos sus sectores, en todos sus estamentos para este siglo XXI. Creo que esa falta muchas veces de rigurosidad en nuestras afirmaciones, de nuestros análisis nos llevan a equivocaciones, a yerros, a situaciones que nadie querría. Por ejemplo, yo leí ayer -esto a título de anécdota- el drama de los productores de tomate, que ahora en el Norte del país tiran la producción por los bajos precios.
Hace meses, apenas en septiembre, se construyó en torno al aumento circunstancial de este producto, una teoría fundamentalmente acerca de que el país y el modelo económico prácticamente se derrumbaba, a partir de la variación de esta fruta. Después sonaba a risa, pero no es risueño, ni es pequeño.
Ayer escuchaba a productores por un canal de cable, C5N, creo, decir: “esto nos pasó por creerle a los diarios, ahora plantamos, tenemos sobreproducción y tenemos este problema”. Y realmente cuando uno recorre las noticias, yo ayer estaba leyendo El Cronista, otro diario importante en materia económica, hablaba ahora de que “se desploma el precio del tomate y el Gobierno no hace nada” (esto es textual). También se reprocha la falta de intervención por allí de la Secretaría de Comercio, en cuanto a precios, cuando muchas veces también desde otro lado se critica la intervención de ese organismo en el mercado. Y por si todo esto fuera poco, se dice desde alguna ONG, algún dirigente no gubernamental, que en realidad el Gobierno está equivocado por que “el Gobierno no debería preocuparse por la suba de precios porque éstos estimulan la producción” (esto es textual). Hace unos meses estimulaban la inflación; hoy estimulan la producción.
Creo, entonces - argentinos y argentinas - que a partir de hechos puntuales podemos observar esto que yo les decía hace unos instantes: la falta de rigor que muchas veces tenemos cuando planteamos a la sociedad falsos dilemas o falsas cuestiones, que después se instalan en sectores de la sociedad y llevan, entonces, a decisiones económicas, decisiones políticas, decisiones sociales absolutamente desacertadas. Creo, entonces, que muchas veces lo que se reclama a las instituciones públicas es rigor profesional, rigor intelectual en definitiva porque podríamos, tal vez, subsumirlo en eso: el rigor intelectual cuando planteamos las cosas, cada uno en la especialidad y en el rol que le toca cumplir.
Y creo que en ese aspecto la ciencia, la tecnología, las ciencias duras son un ejemplo en cuanto a rigurosidad, a rigor científico de cómo deberíamos conducirnos en los distintos estamentos. Se nos plantea un desafío importante: aprender, aprender de errores, aprender de decisiones políticas equivocadas y entonces poder construir una Argentina absolutamente mejor.
No es solamente un edificio, lo que les estaba planteando recién, el ministro de Ciencia y Tecnología, no es solamente la creación de una institución más, cuando decidimos la creación del Ministerio, es decididamente incorporarnos, en el siglo XXI, todos, argentinos y argentinas al mundo de la ciencia y de la tecnología, que es lo que ha distinguido la última parte, el final del siglo XX, pero que va a imprimir en toda su extensión al siglo XXI.
Por eso tenemos la decisión de reposicionar a la Argentina en ciencia y tecnología. Y hablo de reposicionar porque en algún momento, nuestro país, también, fue punta de lanza en América latina, en materia de desarrollo científico: los profesionales, los universitarios de ciencias exactas eran un rasgo distintivo en la Argentina. De modo tal de que muchos, después, fueron captados y hoy cumplen importantes funciones en distintos países.
Por eso, con toda la confianza de que podemos hacerlo, y lo vamos a hacer y con toda la decisión de incorporar la ciencia y la tecnología, y el rigor sobre nosotros mismos, que no significa ni ocultamiento ni falta de autocrítica, ni de crítica, al contrario, forma parte del pensamiento y del desarrollo de la humanidad tener un pensamiento crítico. Pero, fundamentalmente, hacerlo con rigor, con rigor profesional, con rigor intelectual, que es lo que muchas veces nos falta; no solamente a quienes escriben sino muchas veces, también, todos pecamos de estas cuestiones, que tanto mal hacen.
Así que agradecerles la presencia de todos ustedes, aquí, esta mañana. Y bueno, esperemos que en el Bicentenario, si no tenemos terminado el polo científico, en las ex Bodegas Giol, por lo menos estemos bastante adelantado en la construcción del edificio y en la construcción del rigor intelectual para todos los argentinos. Muchas gracias y muy buenos días. (APLAUSOS).
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