Palabras de la Presidenta de la Nación en su visita a Mendoza!
lunes, 11 de febrero de 2008
PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN, DRA. CRISTINA FERNÁNDEZ DE KIRCHNER DURANTE SU VISITA A LA BODEGA LUIGI BOSCA, EN LUJÁN DE CUYO, MENDOZA.
Gracias, muchas gracias; no, ya tengo demasiados años para ser Reina de la Vendimia, pero gracias igual por el afecto (APLAUSOS Y RISAS). Tal vez sea aquí, en la querida provincia de Mendoza y en esta actividad, la de los vinos, la de las vides donde, tal vez, se refleje con mayor exactitud lo que ha sido la Argentina y también lo que es este modelo político, económico, social y cultural - como me gusta decirle a mí - que comenzó el 25 de mayo de 2003. Mendoza es una provincia construida por la mano del hombre, con la voluntad, con el esfuerzo de la transformación.
Yo escuchaba la historia de la familia propietaria de esta bodega: su abuelo, español, como los míos, bajando de los barcos, allá por 1890, corridos por la hambruna en España, que venían con apenas siete años - me contaba Alicia, su esposa, que se emocionaba cada vez que contaba la historia de un chico de siete años - imagínense ustedes, cómo sería ese país de donde venía para que una madre con desesperación colocara en un barco a su hijo pequeño con un par de primos para sacarlo del hambre. Y así llegaron tantísimos españoles, italianos, de tantas comunidades y se afincaron aquí, en Mendoza, que hoy la vemos verde, pero que todos sabemos que es un desierto, que ha sido transformada por la mano, el trabajo, el esfuerzo y la voluntad de hombres y mujeres, que en lugar de ponerse a quejar o a llorar le hicieron frente a la adversidad, al clima.
Nosotros sabemos de esto también, lo sabemos allá en la Patagonia, donde hay que pelearle a todo: al viento, a la lejanía para construir Patria. Porque en definitiva cuando uno plante una vid, cuando uno plante un árbol, cuando expresa de esa manera su amor a la tierra está haciendo y construyendo Patria, dando trabajo a otros argentinos. Y también sabiendo que es con el esfuerzo de toda una comunidad: de los empresarios, de los trabajadores y de su articulación con el Estado en que el esfuerzo colectivo de un país, de una nación puede transformar la realidad y convertir algo que parecía que se derrumbaba y estallaba en mil pedazos en este modelo virtuoso, que hoy estamos llevando a cabo.
Yo escuchaba, también, al señor presidente de la Federación Vitivinícola cuando contaba de aquella Argentina donde no se podía producir, donde no se podía exportar y donde como no podía ser de otra manera los argentinos terminábamos enfrentados y peleándonos entre los argentinos. Pero no quiero recordar aquello, quiero ver estas vides que se ven hoy aquí, a los trabajadores, a esta actividad que creemos que ha superado, ya en el 2007, los 650 millones de dólares de exportación, son números provisorios, pero reflejan un récord absoluto en una actividad, que compromete el 9 por ciento del PBI, como recién se decía, pero el 22 por ciento de la mano de obra aquí en Mendoza, de trabajo. Porque esta es la otra gran diferencia con algún otro crecimiento, que este crecimiento que quiero comunicarles hoy a todos los argentinos y que seguramente será comunicado en unos días más ha alcanzado, en el año 2007, el 8.7 por ciento del Producto Bruto, argentinos y argentinas; también 9.7 de diciembre a diciembre; 9.4 a noviembre. Son cifras importantes, pero no son importantes únicamente porque significan ingresos de divisas al país, sino porque además es un crecimiento que comienza a ser palpado, también, por todos los argentinos que han vuelto a tener trabajo y que han vuelto a consumir, que han vuelto a tener ilusiones y esperanzas y especialmente por el rol que en todo este modelo debe cumplir el Estado apoyando aquellas actividades, como hacemos hoy con este decreto, que venimos a entregar no como un presente, se lo han ganado los productores. Nadie regala nada, no me gustan los países ni las sociedades donde las cosas se regalan. (APLAUSOS). Yo creo que todos tenemos que ganarnos las cosas: los trabajadores con sus manos y los productores con sus inversiones logrando rentabilidades y dando trabajo a los argentinos. Esa es la sinergia entre el Estado, los productores y los empresarios.
Cuando yo era muy chica, las bodegas fundamentalmente colocaban su producción en la Argentina, en el vino de mesa, que luego perdió mercado; pero entonces, ¿qué hizo el productor, el empresario? Giró al vino premium, al vino importante para lograr exportación y entonces, lo que había perdido de mercado interno porque los gustos de los consumidores iban cambiando, lo logra en competitividad con calidad e innovación tecnológica. Estos son los empresarios que la Argentina necesita, no aquellos que lloran cuando las cosas van mal y entonces solamente piden el auxilio del Estado, sino aquellos que, por el contrario, imaginan cómo tornarse competitivos, cómo ir a buscar mercados y ahí sí, piden la ayuda del Estado para en esa sinergia entre Estado y capital privado, puedan lograr cerrar el círculo virtuoso que llega finalmente a todo los argentinos.
Yo estoy muy orgullosa de aquellos empresarios que toman el rol que les cabe, porque muchas veces y durante mucho tiempo algunos creyeron que debían salvarse ellos solos sin importarle lo que le pasaba al resto. No se daban cuenta que cuando eso sucede, finalmente, tarde o temprano, el malestar y la tragedia nos llega a todos de alguna manera.
Por eso es importante aprender de nuestra propia historia, no para recordarla y mortificarnos, al contrario, para no volver a cometer los mismos errores y en ese aprendizaje, todos, políticos con representación popular, empresarios, trabajadores, intelectuales, estudiantes, hombres, mujeres, ancianos y jóvenes, tiren para un mismo lado, lo que no significa no tener diferencias o disensos, no me gustan las sociedades en donde todos dicen que sí y es absolutamente homogénea, no existe eso, sino que la diversidad enriquece, hace crecer a todos y a cada uno. Porque, fundamentalmente, cuando una sociedad se pronuncia en las urnas con su voto democrático, todos debemos entonces aceptar ese veredicto inapelable y junto, codo con codo y mano con mano, hacer fuerza para que este proyecto que nos está cambiando la vida a los argentinos se profundice y siga adelante. Ese es el rol que tenemos los ciudadanos cualquiera sea el lugar que ocupemos. (APLAUSOS)
Tengo mucha fe, muchas esperanzas porque los números de la economía junto a los números de la sociedad nos están diciendo que estamos ante una Argentina diferente en la que hemos aprendido, por sobre todas las cosas, que nadie nos va a regalar nada, nada que no nosotros mismos no seamos capaces de construir con esfuerzo, trabajo y sacrificio.
Por eso, en esta tarde tan mendocina, en donde cuando bajé del avión había Zonda pero parece que milagrosamente ha parado el viento y tenemos un atardecer espléndido, quiero agradecer a todos los mendocinos y mendocinas que creyeron en nosotros.
Es mi primera visita como Presidenta de la República y quiero agradecer al pueblo de Mendoza el voto de confianza. Sepan, hermanos y hermanos de Mendoza, a los que nos han tenido confianza y nos han votado y a los que no lo han hecho, a todos, de mi eterno compromiso con los intereses del pueblo y de la Nación. Lo he hecho toda mi vida y hoy, que me han conferido la más alta responsabilidad que puede tener un ciudadano, quiero que sepan que voy a dejar todo lo que tengo y toda mi vida en esta tarea de transformar y profundizar un proyecto popular y nacional. (APLAUSOS)
Gracias, Mendoza; gracias, productores, señores empresarios, trabajadores, estudiantes, hombres, mujeres, gracias Mendoza y fuerza a seguir trabajando.
Muchas gracias. (APLAUSOS)
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