Cristina Fernández de Kirchner 10 de Enero del 2008
Muy buenas tardes a todos y a todas: si alguien me pidiera que definiera en una sola palabra el modelo político, económico y social, que se puso en marcha el 25 de mayo de 2003, no dudaría, un sólo instante, en elegir una palabra, esa palabra es trabajo. Tal vez alguien podría decirme: “pero que injusta, porqué no producción, porqué no educación, porqué no la acción social, que también son cosas muy importantes”. Pero es que la concepción que tenemos nosotros del trabajo engloba todo eso. Porque no estamos hablando de changas, de lo que se acostumbraron a ver durante la década de los años 90, no estamos hablando de empleo. Estamos hablando del instrumento que dignifica y creo relocaliza al hombre en su verdadero rol en la sociedad.
Alguien para trabajar no solamente tiene que tener dos manos, un par de brazos, tiene que tener además, formación, tiene que tener educación, tiene que tener vivienda, tiene que tener derechos, tiene que tener - en síntesis- una calidad de vida que permita precisamente ocupar ese rol de un trabajo productivo en la sociedad. Entonces cuando decimos trabajo, estamos hablando también de la producción, estamos hablando de los empresarios, estamos hablando de los educadores, estamos hablando de los científicos, que es el otro gran trabajo, también, que requiere el país, de los educadores, del trabajo intelectual. No es el trabajo únicamente manual, operativo, es esencialmente el rol que dignifica al hombre y a la mujer porque es precisamente a través del trabajo donde se reconoce, del cual vive, del cual le permite promocionarse y ascender en su calidad de vida en la sociedad.
Y si tuviera que elegir, además, destinatarios de este modelo político, económico y social elegiría, sin dudas, a los jóvenes también. Porque son en definitiva ellos, los que van a llevar adelante esta Argentina, que generacionalmente tenemos nosotros la responsabilidad, hoy, de conducir, de dirigir, a partir del voto de la sociedad, pero que en definitiva es esa juventud la que construye un futuro. Porque - como alguna vez alguien me dijo, allá por el 2005, Bernarda, en la Villa La Cava: “el futuro nunca se puede adivinar, pero si se puede construir entre todos”. Y creo que esa mujer, muy sabiamente, estaba dando las claves, en definitiva, del rol que todos y cada uno tenemos en esta sociedad en la que vivimos. Y que es precisamente la de construir un destino individual, a través del trabajo de cada uno de nosotros y también un destino colectivo, el de la Argentina, a partir de poder articularnos los unos con los otros: trabajadores con empresarios; estudiantes con educadores; científicos con la sociedad, con la producción, con la inversión. Todos sabiendo que cada uno de nosotros tiene un rol, un lugar, un engranaje en esta maquinaria que todos construimos y que en definitiva todos contribuimos también, en la medida de los roles que nos ha tocado jugar a darle direccionalidad a este país, a esta República Argentina.
Yo quiero, también, en el día de hoy contarles a todos ustedes que con esta misma fe, que en estos cuatro años y medio fuertes, con la misma esperanza, con el mismo compromiso con el trabajo, con la sociedad, con la mejora de la calidad de vida, con los derechos humanos que hemos tenido, es la misma fe, la misma esperanza, la misma ilusión, que pusimos hace muy poco tiempo, cuando nuestro ex presidente fue a Venezuela, a Colombia a hacer su aporte. El aporte que había hecho la República Argentina, la República de Francia, Suiza, Brasil, Venezuela para colaborar en una acción humanitaria, que hoy pudimos ver todos los argentinos y el mundo - claro obviamente- esas imágenes de felicidad de Clara, de los dos Claras, ¡que lindo nombre! ¿no? Muy apropiado para la situación: Clara, de claridad. Clara Perdomo y Clara Rojas, las dos Claras, que aparecieron sanas y salvas, en una acción que todos estos países que intervenimos en esta acción humanitaria creamos este escenario internacional, que hoy tiene este desenlace feliz. Un relato de la realidad maravilloso, porque en definitiva todos podemos comprobar que el esfuerzo, la esperanza, la ilusión siempre vale la pena. El relato es valido.
Y también no podemos dejar de ignorar, ustedes saben, que nunca he sido complaciente, ni conmigo misma, ni con nadie, ni con nada. Muchas veces este relato de esperanza, de ilusión, de compromiso no tiene un relato mediático que lo acompañe y que es importante. Muchas veces se exige cumplir determinado roles únicamente a los políticos o a los sindicalistas o a los empresarios o a los estudiantes o a los docentes. Pero todos tenemos que cumplir un rol, de dar esperanzas, fuerza y vitalidad y relato fiel y sencillo de las cosas que nos tocan vivir.
Todos tenemos posiciones ideológicas, todos tenemos visiones del mundo, pero creo que hay cosas que exceden esto y que es el relato de la realidad, de lo que uno ve, de lo que uno percibe. Yo quiero leer algunas de las cosas que publicaron dos de los principales matutinos, sus principales analistas, analistas y editorialistas. No estoy hablando de los jóvenes periodistas, que acompañaron a la misión, allá a Colombia y a Venezuela y que también lo hicieron con la misma esperanza y con la misma ilusión porque me lo transmitía el propio ex presidente, cuando me contaba día a día lo que venía sucediendo y lo podía leer en las crónicas de los jóvenes que acompañaron a la misión humanitaria. No, no, hablo de lo que vino después, de los que nos cuentan los medios el día lunes y cuando, además, lo hacen desde fuertes posicionamientos, que poco tienen que ver por allí con hacer un relato que poco tienen que ver con estas cosas que yo les decía antes.
Yo quiero - y voy a leer, ustedes saben que yo no leo- pero quiero ser precisa y no atribuir frases, ni idea, ni análisis, ni sentencias que no correspondan. Leo algunas de las calificaciones: “que se trató de una misión imposible”, dice un analista y no voy a decir en nombre, son los dos periódicos más importantes: son Clarín y La Nación. Esto apareció publicado en Clarín, de uno de sus editorialistas estrellas; “Chávez mostró improvisación, a la hora de encarar el complicado desafío” (del mismo diario); “las FARC nunca dieron una señal sobre la posible liberación de los rehenes”, (del mismo diario); “un desencanto, que no tuvo el resultado que se esperaba. Kirchner no terminó de entender la intransigencia guerrillera. Su anacronismo ideológico y su sociedad con grupos de narcotráfico” (del mismo diario). Es curioso, ¿no?, ver anacronismo solamente en los demás muchas veces.
Aquí estoy yo: “que Cristina pagó un alto costo político por su relación acrítica con Chávez. Nunca resulta aconsejaba ingresar a ese universo por cualquier puerta y esa puerta fue franqueada sobre todo por Hugo Chávez”, (del mismo diario); “la prudencia estuvo ausente” (aquí ya aparece La Nación); “que no se midieron los riesgos políticos e institucionales que corría el país”, (La Nación); “que se debió chequear la información que se suministraba, por parte de Chávez, porque Uribe tiene más experiencia en el trato con las FARC”, (del mismo diario); “que Kirchner se había metido en un berenjenal. Chávez mismo ha perdido legitimidad para meterse en el conflicto”, (del mismo diario); “los pingüinos… (o sea Kirchner y yo seríamos ¿no?) nunca sobrevivieron en la selva y son una especie solitaria”. Eso es realmente curioso, es cierto somos muchos.
También apuntaron “que el nivel de exposición no pareció el adecuado”; “que se había involucrado a la Argentina en una situación difícil, inexplicable ante el mundo”; “que habíamos sido muy ingenuos al esperar gestos humanitarios del grupo terrorista”, (La Nación, obviamente); “un estentóreo fracaso”; “Chávez se hizo la película y Kirchner fue estrella invitada”, y eso fue de Clarín porque no es cuestión de adjudicarle todo a La Nación. Y compararon, finalmente, esta misma misión humanitaria, el mismo diario Clarín, con la película humorística de Olmedo, conocida como “Rambo y Rambito”. No sé quién sería Chávez y quién Kirchner, pero se supone que era indistinto el papel: Rambo o Rambito.
Cuando decidí pedirle al Presidente Kirchner que fuera a Colombia, en esta acción humanitaria para ver si lográbamos la liberación de las dos Claras, de Enmanuel, lo hice con la absoluta convicción con la que siempre he actuado en lo que hace a la defensa irrestricta e irrenunciable, en materia de derechos humanos, sin especulaciones, sin medir costos políticos, sin medir a quién le gustaba o a quiénes les dejaba de gustar. Porque cuando se está en el medio de una situación humanitaria y de derechos humanos no hay lugar para las especulaciones. Sin embargo, creo que, tal vez, la militancia, por parte de algunos, en el sentido de no gustarle la política del Presidente Chávez, que en definitiva es una cosa que deberán evaluar los venezolanos en votaciones libres y democráticas, que hagan en su país, pero que reconocemos como un amigo de la República Argentina.
Hace unos instantes, estuve hablando con él, nosotros estuvimos al tanto de la operación, que se venía desarrollando y quisimos felicitarlo por su perseverancia, por su compromiso, porque pudo vencer el escepticismo, la desesperanza y fundamentalmente ver, hoy, la imagen de esas dos mujeres, a las que se las veía bien. Le pregunté acerca de sus estados de ánimo, él todavía no las había visto, había hablado con ellas únicamente por teléfono, pero su simple visión, cualquiera de ustedes lo debió haber visto, se las veía bien, más allá de lo que puede estar una persona, luego de haber sido sometida a más de 6 años de cautiverio, hacen sin lugar a dudas, tomar sentido y que haya valido la pena lo que se hizo.
Argentinos: valió la pena, (APLAUSOS), valió la pena apostar a la esperanza, valió la pena apostar a la vida, valió la pena, una vez más, luchar contra los molinos de vientos y aparecer como ingenuos. No va a ser la primera vez, en nuestra larga vida política, que nos tachan de ingenuos y de tener ilusiones y sueños incumplibles. Algunos los estamos cumpliendo (APLAUSOS), en la gestión de Gobierno, como hoy con el trabajo, con los jóvenes, con una Argentina, en donde todos los días podamos vivir un poquito mejor y también tengamos los problemas debido a que no ya solamente viven mejor y tienen cosas un pequeño grupo reducido, sino que han comenzado a tener cosas millones de argentinos. Han comenzado, tal vez, a tener un auto, a tener un aparato de aire acondicionado, a comenzar a viajar nuevamente, porque ya tienen trabajo y deben subirse todos los días a un colectivo o a un tren, porque van a un lugar a trabajar. Y entonces tenemos otro tipo de problemas, diferentes a los que teníamos en un país, donde consumía un puñadito de gente; aquí los que tenían más se iban a consumir afuera. Además, se iban a consumir afuera y ahora, por suerte, tal vez, no se pueda ir tanto afuera a consumir, pero hay millones y millones de argentinos, que han vuelto a hacerlo aquí, en nuestra casa, en la República Argentina. (APLAUSOS).
Así que aquellos sueños de juventud - no todos - pero muchos los estamos cumpliendo. Y el sueño, que tuvimos este Año Nuevo de contribuir, desde nuestro país, a una acción humanitaria para liberar a detenidos lo estamos cumpliendo, hoy, esta tarde, también. Y ahora vamos por más, queremos también ir por Ingrid y por el resto, y ofrecer, una vez más, la mano tendida, solidaria de la Argentina, que debe estar presente en todos y cada uno de estos casos, más allá de los escribas.
Olvidé mencionar algunas que dijeron los dirigentes opositores, pero bueno para ellos nunca hemos hecho nada bien, en estos últimos cuatro años y medio. Afortunadamente la mayoría de los argentinos piensa diferente. Pero vamos con mucha fe, con mucha esperanza y con el mismo compromiso por los derechos humanos, por la calidad de vida de los argentinos y por un país, en el cual soñar no sea un pecado, pese a que a algunos no les guste. ¡Vamos a seguir soñando y vamos a seguir trabajando!
Muchas gracias y muy buenas tardes a todos. (APLAUSOS).
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