Cristina Fernández de Kirchner 18 de Enero del 2008
Muy buenos días a todos y a todas: escuchaba recién el desarrollo del Plan Energético y la obra que hoy estamos presentando cómo se inserta en ese Plan. Tal vez, por casualidad o por esas señales que siempre digo, está obra precisamente, escuchaba atentamente al ministro, su plazo de inauguración es junio de 2010, si mal no recuerdo, el año del Bicentenario, año que los argentinos vamos a utilizar para reflexionar acerca de lo que fue aquel primer Centenario y lo que va a ser este Bicentenario, cómo nos encuentra a los argentinas y a las argentinas en un desarrollo de objetivos estratégicos, que , como también lo señalaba el señor Gobernador, imaginar y ejecutar una provincia diferente y un país también diferente.
Me parece que este es el gran desafío que estamos llevando todos a cabo, obras como esta, obras como las que anunciamos el otro día del tren de alta velocidad, como tantísimas obras que se están desarrollando a lo largo y a lo ancho del país y que marcan precisamente un salto a la modernidad, un salto diferente, un salto de calidad que está dando el país, que sumado a estos números, que durante todo el año se empeñaron en decir que iban a ser diferentes, y ahí están con su contundencia; los números son los números como digo yo. Uno siempre frente a otras cuestiones puede tener una valoración o visión desde su punto de vista.
Pero allí está el récord de exportaciones que me anunciaba ayer el señor ministro de Economía, de diciembre a diciembre un crecimiento del 34 por ciento. (APLAUSOS) Y la cifra, de año a año, de los 46.000 millones de dólares que exportamos y que también fue en su momento una cifra récord en el 2006, más de 55.000 millones del 2007, lo que significa un aumento de año a año también del 22 por ciento y del 20 por ciento el superávit de diciembre del 2006 al 2007, que podría haber sido más aún la diferencia del superávit.
Ustedes se acuerdan que tuvimos el episodio de importación de combustibles durante los picos del invierno, que nos exigieron una sobredemanda energética, entonces tuvimos que importar combustibles, que obviamente significó un aumento en las importaciones y por lo tanto un superávit menor que el que hubiéramos tenido de no haber pasado ese episodio, que también es importante porque es más del 20 por ciento respecto del superávit del año pasado. También fue impresionante el 3,20 por ciento de superávit fiscal, contra el 3,15. Te acordás Celso que habíamos aprobado el presupuesto para el año que se ejecutó en el 2007, también superando esto.
Todo eso, además, el otro marco que es el que le da legitimidad, porque los números de la economía tienen legitimidad si además van acompañados de números en lo social. Todo esto se da en el marco de una reducción inédita también en las últimas décadas en la tasa de desempleo, de una política previsional, que vuelve a contemplar a los jubilados, a nuestros pensionados, como parte central en el proyecto de crecimiento, con una política salarial en materia de salario familiar y de recuperación del salario de los trabajadores, que hace que este crecimiento inédito tenga también la legitimidad política de lo social. Porque en definitiva, la economía, el crecimiento, tiene que tener como objetivo también a la sociedad, a los hombres y mujeres que viven en un país para que participen de ese desarrollo y de ese crecimiento.
Pero además creo que estamos quebrando también una lógica estructural que tenía el país, donde cuando comenzaba a crecer y subían las importaciones terminábamos en un cuello de botella, con estrangulamientos en el sector externo. Ayer me comentaba alguien, más entendido que yo en materia económica, que precisamente en esas crisis cíclicas de nuestro sector externo, un economista como Di Tella había acuñado la frase stop and go, es precisamente por caminar se para y luego finalmente vienen las crisis recurrentes.
Hemos logrado quebrar esa lógica porque seguíamos creciendo a tasas importantísimas y al mismo tiempo seguían creciendo las exportaciones, algo inédito realmente. Hemos logrado argentinos iniciar un proceso de transformación que no es propiedad de un gobierno ni de un partido, es patrimonio de todos los argentinos, esto hay que tenerlo muy claro. Debemos defender esto, no porque nos guste más o menos el Gobierno, los gobiernos pasan en definitiva y se resuelven en elecciones democráticas. Lo que hay que defender esencialmente es un modelo de acumulación, un modelo de crecimiento económico y social que viene a quebrar la cultura que se quiso instalar a partir del Consenso de Washington, que para ser buen político había que sacrificar al pueblo, esto era ser estadista, esto era tener visión estratégica.
Quiero además contar relatos, porque muchas veces uno desarrolla cifras económicas o tal vez estas obras de infraestructura, pero esto también tiene relatos de vida, puntuales y concretos. Ayer estuve, como todos ustedes saben, en José C. Paz inaugurando un barrio de viviendas muy lindo, con sus calles, sus techos de tejas, y el primero que recibió la llave fue un señor que subió al estrado con sus muletas, un hombre con capacidades especiales, llamado José Alberto Pérez, creo que así se llamaba; pedí que me hicieran recordar el nombre, quería saber su nombre completo porque me emocionó mucho. Él subió con su mujer embarazada y sus otros tres hijos, lloraba y me contó una historia que había protagonizado, era que hacía 4 ó 5 años atrás, 4 años o 3 años y medio me dijo, no recuerdo, estaba muy emocionado, estaba pidiendo, como tantas veces uno ha visto -vieron que hay mucha menos gente pidiendo en los semáforos, ¿se acuerdan de aquella Argentina donde había bandadas de gente pidiendo o limpiando vidrios?, vieron que ha comenzado a haber menos de eso-, él me contaba que estaba en una esquina de esta Ciudad de Buenos Aires, en un semáforo, y paró un auto y él reconoció al Intendente de José C. Paz, Mario Ischii. Le preguntó si era quien pensaba y él dijo: “sí, soy yo, ¿cómo sabe?” y su interlocutor le respondió: “es que yo soy de José C. Paz”.
Entonces, contaba, me citó en la intendencia al otro día y me incorporó a trabajar a las cooperativas de trabajo que habíamos armado precisamente para hacer las casas, donde cada uno tenía una función específica. Entonces, me dijo José Alberto Pérez, que no solamente había conseguido trabajo, sino que había contribuido a construir su propia casa y la de los demás. Una historia y un relato que tiene que ver con esta Argentina que queremos en serio transformar.
Además, pensaba después a la noche porque hace unos días recibí una carta de un importantísimo empresario mendocino: el señor Enrique Pescarmona, titular de una de las más importantes empresas de la Argentina, IMPSA. Yo quiero leer la carta, me la mandó hace unos días y la vinculaba con esto que me pasó ayer. La carta dice:
Buenos Aires, 15 de febrero de 2008.
Señora Presidenta de la República Argentina, doctora Cristina Fernández de Kirchner:
“Tengo el agrado de informarle que el sábado 19 del corriente, en horas de la mañana -o sea mañana, hoy es 18- se firmará en Puerto Ordaz, Venezuela, con la presencia del presidente comandante don Hugo Chávez Frías, el contrato de la provisión de las turbinas y generadores Kaplan más grandes del mundo por parte de nuestra empresa. Es un orgullo para la tecnología nacional, el diseño, fabricación, transporte y montaje de estas grandes maquinarias hidráulicas, que serán diseñadas enteramente en nuestro país. Tocoma es el contrato más grande de la exportación de alta tecnología que haya hecho la República Argentina en su historia, por un valor de 520 millones de dólares.
“El contrato fue ganado en licitación pública internacional, financiado por la CA, precisamente la misma que nos financia esta obra que hoy estamos anunciado aquí; señales, yo siempre creo mucho en las señales. 600.000 millones de dólares de préstamo y se la ganaron a las siguientes empresas: General Electric, de Estados Unidos; Alstom de Francia, la misma del tren de alta velocidad y a Siemens, de Alemania. El nombre de estos tres monstruos, líderes en su sector de todo el mundo desarrollado, hablan de dos cosas: de la importancia de la obra y de la calidad de las cosas que podemos hacer los argentinos.
“Le agradezco a usted el apoyo que nos proporcionó la Embajada Argentina en Venezuela, así como todos los que intervinieron en este suceso. Con todo respeto, Ingeniero Enrique Pescarmona”.
Ustedes me dirán qué tiene que ver el ingeniero Pescarmona, un importantísimo hombre de negocios de la República Argentina con José Alberto Pérez, de José C. Paz, un trabajador. Tienen mucho que ver porque cada uno ha comenzado a realizar las cosas que ha soñado, que ha querido y las cosas por las que ha luchado toda su vida, para un trabajador: tener su casa, tener trabajo, tener familia; para un empresario: ser exitoso, vender sus productos, exportar, dar trabajo a los argentinos, poner el nombre de la Argentina en el mercado internacional.
Estos son los relatos que dan carnadura a las transformaciones de las sociedades, más allá de las dificultades de las cosas que siempre nos pasan, a nosotros y al resto del mundo. Pero estos, argentinos y argentinas, son los relatos que valen, los que transforman, los que aportan, los que cambian la historia. Para las malas novedades ya hay demasiados. Estamos entonces absolutamente convencidos de que este 2010, este Bicentenario, va a encontrar una Argentina diferente, esto va a ser mérito no de un partido, no de un gobierno, sino de todos ustedes, los argentinos.
Muchas gracias y tengan todos muy buenos días. (APLAUSOS).
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