Cristina Fernández acompañada por un grupo de empleadas, que participaron del acto en Almirante Brown.
Discurso en Almirante Brown !--
lunes, 04 de agosto de 2008
lunes, 04 de agosto de 2008
Palabras de la señora Presidenta de la Nación, Cristina Fernández, en su visita al partido de Almirante Brown.
Buenas tardes a todos y a todas, gracias, muchas gracias a todos y a todas.
Querido Presidente de la República Bolivariana de Venezuela; querido Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel; querida Hebe; querido Intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi; queridísimo ex presidente de la República Argentina (APLAUSOS): hoy, permítanme decirlo, es un día muy especial. Por la mañana recibimos a otro compañero latinoamericano, el Presidente de la República Federativa del Brasil, el presidente Lula, acompañado por la delegación de empresarios más nutrida, más numerosa que se tenga memoria aquí, en nuestro país.
Hoy, por la tarde, recibimos a nuestro querido amigo Presidente de la República Bolivariana de Venezuela y permítanme decirles a todos ustedes que hoy hay una cosa acá adentro mío muy especial. Yo lo escuchaba recién a Hugo contar el relato de la vida de Bolívar, que murió solo, pobre, casi en el destierro y recordaba también la figura de nuestro Padre de la Patria, el General San Martín, también solo y en el exilio. (APLAUSOS) Es casi como un destino terrible el de los hombres que construyeron la patria, que construyeron la libertad, la dignidad, que no pidieron nada, solamente dieron lo mejor de sí, sus vidas, sus sueños, sus ilusiones en la construcción de una realidad diferente.
Hoy tal vez son otras las batallas, ya no son como en aquella épica militar contra el coloñaje manifiesto de ocupación territorial, hay otras batallas. Yo hablaba hace muy poco, en Tucumán, cuna de la Independencia, el 9 de julio, sobre la necesidad de construir una nueva independencia de nuestros pueblos, y en esta tarea de construcción de una nueva independencia, debemos estar los hombres y mujeres que, elegidos democráticamente por sus pueblos, hoy tenemos el desafío de luchar contra la pobreza, contra la desigualdad, contra la inequidad. (APLAUSOS) Lo debemos hacer de distinta forma a cómo lo hicieron aquellos hombres, pero hay un hilo conductor común: el compromiso y las ideas. Porque, en definitiva, todas las luchas que se han dado aquí en América, todas las luchas que se han dado en la humanidad, siempre han sido las luchas de las ideas. No son las de los intereses económicos, esos muchas veces expresan otras cosas, son las ideas que cada uno de nosotros tenemos acerca de qué país y en qué mundo queremos vivir, en una sociedad más solidaria, más justa, más equitativa, donde los pibes puedan tener derecho a la educación, a la salud, a la vivienda, donde cada uno de nosotros pueda tener la misma igualdad en las oportunidades.
Porque es cierto que no somos iguales, es cierto que pude alguien querer trabajar más que otro o esforzarse más o sacrificarse más, pero lo que tenemos que garantizarles a todos y cada uno de los hombres y mujeres que habitan nuestros pueblos es la igualdad de oportunidades, esa es la verdadera batalla. (APLAUSOS)
Porque a lo que no hay derecho, Hugo, a lo que nadie tiene derecho es a ser condenado a vivir en la pobreza solo por haber nacido pobre; a lo que no hay derecho es a que de repente, por las propias condiciones de un modelo económico, social y político que ayuda a crecer a los distintos sectores de la economía, esos que crecen y que pueden tener más riqueza, no vean que es necesario dar un poquito de ese crecimiento y de esa riqueza a los que solitos no pueden salir de la miseria, del hambre y del dolor. (APLAUSOS)
Cuándo recién veíamos el Plan Ahí, que significa, Hugo, estar ahí, allí donde hace falta, donde no llega el crecimiento, porque también sabemos que el crecimiento económico no ha llegado a todas partes, que es necesario, entonces, que el Estado, en su rol indelegable e insustituible, vaya ahí, adonde todavía hay dolor, adonde todavía hay pobreza, adonde todavía falta salud y educación para equilibrar, para reparar, para dar equidad y justicia. Solo así seremos verdaderamente libres.
Porque, miren, y ustedes lo saben tal vez más que nadie, cuando en una sociedad se producen grandes desequilibrios, cuando de un lado hay pocos que tienen mucho y del otro lado muchos que no tienen nada, finalmente se termina rompiendo el equilibrio y la solidaridad en la sociedad y a todos, finalmente, le llega la expresión de ese desequilibrio y de esa falta de armonía en violencia, en inseguridad, en tristeza y en dolor.
Yo sueño con un país en el cual todos, absolutamente todos, tengan el derecho a la educación, a la salud, a la vivienda. Falta mucho todavía para eso, pero hemos avanzado, hemos construido en estos más de cinco años una realidad diferente que muchos, tal vez, no creían que podíamos hacer y la hemos hecho con mucho esfuerzo, pero también con mucha alegría porque hay otra cosa, Hugo, la alegría. Yo quiero recuperar la alegría de la construcción social, la alegría de tenderle la mano al otro, al que todavía le faltan cosas.
Solamente una sociedad con alegría, con optimismo puede generar mayor bienestar para todos y solidaridad y, tal vez, también, la mano tendida aún para aquellos que todavía no creen, tal vez porque no entiendan, tal vez porque, siempre pasa, se desconfía de lo que no se conoce o de lo que no se quiere. (APLAUSOS)
Yo por eso quiero comprometerme en este día tan especial aquí, en Almirante Brown, a poner todo de mí, todo lo que pueda, todo lo que sepa, toda mi responsabilidad, todo mi trabajo, todo mi esfuerzo, el olvidarme de los que ofenden y de los que agravian, no importa, no importa que se ofenda, se agravie o se falte el respeto (APLAUSOS). Yo quiero decirles a todos y cada uno de ustedes que mi obligación como Presidenta de la República, no es acordarme de los que agravian, sino acordarme de los que con felicidad, con cariño, aún faltándoles cosas, están tendiéndole la mano al otro para construir un país mejor. (APLAUSOS)
Esos son los ciudadanos que todos necesitamos ser y quiero que sepan, todos y cada uno de ustedes, que en mí, además de una Presidenta van a tener siempre a una amiga solidaria, porque sé todas las cosas que aún faltan. (APLAUSOS)
Esto que hoy venimos a anunciar aquí, pavimentos, cloacas, viviendas, es simplemente no venir a regalar nada, sino a devolver algo de lo que se han llevado y que tanta falta les hace a los más humildes. (APLAUSOS)
Por eso, con todo el respeto, con todo el cariño y con todo el afecto, quiero convocarlos una vez más a seguir construyendo. Destruir se destruye rápido y fácil, construir es más difícil. Pero yo les puedo asegurar que cuando uno mira un poco hacia atrás y ve lo que ha logrado la Argentina en estos años, nos damos cuenta que vale la pena, vale la pena aguantar lo que haya que aguantar para seguir ayudando a la patria y a los argentinos. (APLAUSOS)
Y aquí estoy junto a ustedes, como siempre, con toda mi sinceridad, con todos mis errores y mis defectos, porque nadie es perfecto y yo tampoco, soy una mujer de carne y hueso como ustedes, una mujer simple, con responsabilidades mayores, pero una mujer que quiere devolverle a este, mi país, a la patria y a mi pueblo, todo lo que me dieron, que nunca pensé que iba a obtener y que es el inmenso honor de haber sido elegida por ustedes para conducir los destinos de la República. No hay honor más grande para un argentino. (APLAUSOS) Y quiero decirles que voy a corresponder a esa responsabilidad con toda la fuerza, con todas mis energías y con todo el compromiso que siempre he puesto en todo lo que he hecho.
Siempre he pensado que tal vez para otros la vida sea satisfacer deseos personales, naturales, lógicos y legítimos, yo siempre he concebido a la política y a mi vocación política como un deber y un compromiso con las ideas, con las ideas que siempre he abrazado desde muy joven y que no significa que uno sea rígida e inflexible frente a una realidad cambiantes y a un mundo que cambio y a un país que cambia y a una sociedad que cambia, pero significa sí, por sobre todas las cosas, ser fiel a las esencias y a los compromisos que hemos asumido desde muy jóvenes. (APLAUSOS)
Muchas gracias, Almirante Brown; muchas gracias, Hugo, por acompañarnos; gracias Daniel, gracias a todos y como siempre por la patria, por las ideas y por todos ustedes.
Muchas gracias. (APLAUSOS)
Buenas tardes a todos y a todas, gracias, muchas gracias a todos y a todas.
Querido Presidente de la República Bolivariana de Venezuela; querido Gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel; querida Hebe; querido Intendente de Almirante Brown, Darío Giustozzi; queridísimo ex presidente de la República Argentina (APLAUSOS): hoy, permítanme decirlo, es un día muy especial. Por la mañana recibimos a otro compañero latinoamericano, el Presidente de la República Federativa del Brasil, el presidente Lula, acompañado por la delegación de empresarios más nutrida, más numerosa que se tenga memoria aquí, en nuestro país.
Hoy, por la tarde, recibimos a nuestro querido amigo Presidente de la República Bolivariana de Venezuela y permítanme decirles a todos ustedes que hoy hay una cosa acá adentro mío muy especial. Yo lo escuchaba recién a Hugo contar el relato de la vida de Bolívar, que murió solo, pobre, casi en el destierro y recordaba también la figura de nuestro Padre de la Patria, el General San Martín, también solo y en el exilio. (APLAUSOS) Es casi como un destino terrible el de los hombres que construyeron la patria, que construyeron la libertad, la dignidad, que no pidieron nada, solamente dieron lo mejor de sí, sus vidas, sus sueños, sus ilusiones en la construcción de una realidad diferente.
Hoy tal vez son otras las batallas, ya no son como en aquella épica militar contra el coloñaje manifiesto de ocupación territorial, hay otras batallas. Yo hablaba hace muy poco, en Tucumán, cuna de la Independencia, el 9 de julio, sobre la necesidad de construir una nueva independencia de nuestros pueblos, y en esta tarea de construcción de una nueva independencia, debemos estar los hombres y mujeres que, elegidos democráticamente por sus pueblos, hoy tenemos el desafío de luchar contra la pobreza, contra la desigualdad, contra la inequidad. (APLAUSOS) Lo debemos hacer de distinta forma a cómo lo hicieron aquellos hombres, pero hay un hilo conductor común: el compromiso y las ideas. Porque, en definitiva, todas las luchas que se han dado aquí en América, todas las luchas que se han dado en la humanidad, siempre han sido las luchas de las ideas. No son las de los intereses económicos, esos muchas veces expresan otras cosas, son las ideas que cada uno de nosotros tenemos acerca de qué país y en qué mundo queremos vivir, en una sociedad más solidaria, más justa, más equitativa, donde los pibes puedan tener derecho a la educación, a la salud, a la vivienda, donde cada uno de nosotros pueda tener la misma igualdad en las oportunidades.
Porque es cierto que no somos iguales, es cierto que pude alguien querer trabajar más que otro o esforzarse más o sacrificarse más, pero lo que tenemos que garantizarles a todos y cada uno de los hombres y mujeres que habitan nuestros pueblos es la igualdad de oportunidades, esa es la verdadera batalla. (APLAUSOS)
Porque a lo que no hay derecho, Hugo, a lo que nadie tiene derecho es a ser condenado a vivir en la pobreza solo por haber nacido pobre; a lo que no hay derecho es a que de repente, por las propias condiciones de un modelo económico, social y político que ayuda a crecer a los distintos sectores de la economía, esos que crecen y que pueden tener más riqueza, no vean que es necesario dar un poquito de ese crecimiento y de esa riqueza a los que solitos no pueden salir de la miseria, del hambre y del dolor. (APLAUSOS)
Cuándo recién veíamos el Plan Ahí, que significa, Hugo, estar ahí, allí donde hace falta, donde no llega el crecimiento, porque también sabemos que el crecimiento económico no ha llegado a todas partes, que es necesario, entonces, que el Estado, en su rol indelegable e insustituible, vaya ahí, adonde todavía hay dolor, adonde todavía hay pobreza, adonde todavía falta salud y educación para equilibrar, para reparar, para dar equidad y justicia. Solo así seremos verdaderamente libres.
Porque, miren, y ustedes lo saben tal vez más que nadie, cuando en una sociedad se producen grandes desequilibrios, cuando de un lado hay pocos que tienen mucho y del otro lado muchos que no tienen nada, finalmente se termina rompiendo el equilibrio y la solidaridad en la sociedad y a todos, finalmente, le llega la expresión de ese desequilibrio y de esa falta de armonía en violencia, en inseguridad, en tristeza y en dolor.
Yo sueño con un país en el cual todos, absolutamente todos, tengan el derecho a la educación, a la salud, a la vivienda. Falta mucho todavía para eso, pero hemos avanzado, hemos construido en estos más de cinco años una realidad diferente que muchos, tal vez, no creían que podíamos hacer y la hemos hecho con mucho esfuerzo, pero también con mucha alegría porque hay otra cosa, Hugo, la alegría. Yo quiero recuperar la alegría de la construcción social, la alegría de tenderle la mano al otro, al que todavía le faltan cosas.
Solamente una sociedad con alegría, con optimismo puede generar mayor bienestar para todos y solidaridad y, tal vez, también, la mano tendida aún para aquellos que todavía no creen, tal vez porque no entiendan, tal vez porque, siempre pasa, se desconfía de lo que no se conoce o de lo que no se quiere. (APLAUSOS)
Yo por eso quiero comprometerme en este día tan especial aquí, en Almirante Brown, a poner todo de mí, todo lo que pueda, todo lo que sepa, toda mi responsabilidad, todo mi trabajo, todo mi esfuerzo, el olvidarme de los que ofenden y de los que agravian, no importa, no importa que se ofenda, se agravie o se falte el respeto (APLAUSOS). Yo quiero decirles a todos y cada uno de ustedes que mi obligación como Presidenta de la República, no es acordarme de los que agravian, sino acordarme de los que con felicidad, con cariño, aún faltándoles cosas, están tendiéndole la mano al otro para construir un país mejor. (APLAUSOS)
Esos son los ciudadanos que todos necesitamos ser y quiero que sepan, todos y cada uno de ustedes, que en mí, además de una Presidenta van a tener siempre a una amiga solidaria, porque sé todas las cosas que aún faltan. (APLAUSOS)
Esto que hoy venimos a anunciar aquí, pavimentos, cloacas, viviendas, es simplemente no venir a regalar nada, sino a devolver algo de lo que se han llevado y que tanta falta les hace a los más humildes. (APLAUSOS)
Por eso, con todo el respeto, con todo el cariño y con todo el afecto, quiero convocarlos una vez más a seguir construyendo. Destruir se destruye rápido y fácil, construir es más difícil. Pero yo les puedo asegurar que cuando uno mira un poco hacia atrás y ve lo que ha logrado la Argentina en estos años, nos damos cuenta que vale la pena, vale la pena aguantar lo que haya que aguantar para seguir ayudando a la patria y a los argentinos. (APLAUSOS)
Y aquí estoy junto a ustedes, como siempre, con toda mi sinceridad, con todos mis errores y mis defectos, porque nadie es perfecto y yo tampoco, soy una mujer de carne y hueso como ustedes, una mujer simple, con responsabilidades mayores, pero una mujer que quiere devolverle a este, mi país, a la patria y a mi pueblo, todo lo que me dieron, que nunca pensé que iba a obtener y que es el inmenso honor de haber sido elegida por ustedes para conducir los destinos de la República. No hay honor más grande para un argentino. (APLAUSOS) Y quiero decirles que voy a corresponder a esa responsabilidad con toda la fuerza, con todas mis energías y con todo el compromiso que siempre he puesto en todo lo que he hecho.
Siempre he pensado que tal vez para otros la vida sea satisfacer deseos personales, naturales, lógicos y legítimos, yo siempre he concebido a la política y a mi vocación política como un deber y un compromiso con las ideas, con las ideas que siempre he abrazado desde muy joven y que no significa que uno sea rígida e inflexible frente a una realidad cambiantes y a un mundo que cambio y a un país que cambia y a una sociedad que cambia, pero significa sí, por sobre todas las cosas, ser fiel a las esencias y a los compromisos que hemos asumido desde muy jóvenes. (APLAUSOS)
Muchas gracias, Almirante Brown; muchas gracias, Hugo, por acompañarnos; gracias Daniel, gracias a todos y como siempre por la patria, por las ideas y por todos ustedes.
Muchas gracias. (APLAUSOS)
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